Bar Manolo

A la salud de mi amigo Vicent
Una de ibéricos. Dos de bravas. Una de verduras. Dos de calamares. Y una de sepia. Pica, pica, toca, toca. Mucha cerveza y cinco espléndidos bocadillos. Todo ello cocido al baño Di María durante 90 minutos. Era el menú perfecto de la cena de anoche en el Bar Manolo. El cheff Pep acertó con los ingredientes y nos brindó un banquete redondo del que sólo quedaba disfrutar sin mayor preocupación.
Pero los postres llegarían incluso antes que el mantel. Mi amigo Leo tenía hambre y, nada más entrar en el bar, se relamió con un buen palo catalán. Poco tardaron en aparecer los bocatas. Xavi abrió boca con un Chivito, y Pedro se endosó una jugosa hamburguesa completa. Sin apenas darnos cuenta y con el estómago medio lleno, llegaba el descanso.
Por las ventanas del Bar Manolo, en Alboraia, se podía ver cómo afuera llovía con intensidad. Aunque, según comentaban, nada tenía que ver con la que estaba cayendo en Barcelona. El Bar Manolo es el típico bar de pueblo. Cutre, grande y sonoro. Una densa nube de humo que flotaba en el techo, hacía prever tormenta, también dentro del local. Y es que no paró de llover cerveza a cántaros durante toda la noche. Empapados pero aún hambrientos, continuamos comiendo a mesa y mantel.
A falta de una, buenas fueron las dos Brascadas que el pillo de David se metió entre pecho y espalda. Se quedaría a gusto, pensamos. Uno de estos manjares se lo sirvió en bandeja Leo, que ya había tenido bastante con su palo y decidió hacer de camarero durante el resto de la velada.
El Bar Manolo puede parecer, a ojos del lector, un bar como otro cualquiera. Y lo es, salvo por una excepción. Manolo es chino. Instado por la crisis, el antiguo Manolo, suponemos, se vio obligado a vender su negocio. La todopoderosa familia oriental del Manolo actual que lo adquirió, decidió no cambiar el nombre. Y anoche hicieron el noviembre.
Llovía, de manera incansable, jarra tras jarra. En la televisión interrumpían la programación para ofrecer una noticia de última hora. Allí, en Barcelona, la caprichosa casualidad quiso que una nube blaugrana se posara sobre unos perdidos y desorientados católicos cristianos que visitaban la ciudad, y descargara sobre ellos, sin piedad, una copiosa lluvia dorada. Parecía cómico. Pero hubo un pequeño sector del bar al que la tragedia no le hizo ninguna gracia.
Cuando estábamos ya a punto de pedir la cuenta, el cachondo de Jeffren puso la guindilla a la cena. El postre, esta vez sí, fue de diseño. Revuelto de merengue flameado con vino blanco. Acabado el festín, un sonoro eructo en forma de Força Barça rompía el caos formado en la sala. El empacho era tal que sólo quedaba irse a dormir, con la barriga llena, hinchados de cerveza, borrachos de alegría.

Acerca de pauborreda

Periodista y fotógrafo
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3 respuestas a Bar Manolo

  1. Ada dijo:

    Me gusta tu última palabra jaja. Sólo por hacerme caso te mereces que hoy te haga propaganda!

    VISCA EL BARÇA! MÉS QUE UN CLUB!

  2. Anonymous dijo:

    Da gusto ver que, contracorriente, estabais más pendientes de la gran cena que del maldito fútbol, como el común general. ¡Bien por vosotros!…
    Ahora, ¡hay que joderse con los chinos!….ni lo más sacrosanto de nuestras esencias patrias respetan….El Bar, nuestro bar de toda la vida, el templo laico del vecindario, Casa Manolo, en la órbita de Liu Chang…..Es el fin de nuestra civilización….Un abrazo. Ramón Barreiro.

  3. Gustau dijo:

    Jo tinc un altre resultat: 9-7. =)

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