A mi yayo Pepe
Como si de una plaga venenosa se tratara, le invade y recorre, rápidamente, hasta el último rincón de sus entrañas. La inquietud por conocerlo más y saber qué le motivó a pintar aquellos cuadros, infecta su alma mientras observa, en silencio, un óleo que el polvo guarda con sumo cuidado. Se detiene cuidadosamente en cada uno de esos colores. En cada sombra. En cada detalle. Imagina el pincel bailando sobre el lienzo, y a él tomando distancia para evaluar su obra, mientras apura el último suspiro de un cigarrillo que muere en su boca. Apenas lo conoció, pero cuánto lo echa de menos.
Me ha gustado mucho porque todo lo que dices es verdad y me imagino todos los detalles que describes con el cigarrillo y una cervecita fresca compartida con algún curioso que se le acercara.