Cambio de sexo

Nunca le gustaron los grandes cambios. Acomodado en una vida rutinaria pero envidiable, se dejaba mecer por el devenir de los días. Tan sólo unas vacaciones, que solía aprovechar para viajar o estar con la familia, rompían con una existencia tranquila y placentera. Una forma de ser y estar humilde, sin lujos ni pretensiones.
Era una persona tranquila a la que le gustaba, y mucho, la lectura. Solía dedicar las tardes a largos paseos, solo o en compañía, que se prolongaban hasta bien llegado el anochecer.
Alguien realmente normal, que vivía de forma normal, en una casa normal, situada relativamente céntrica en una ciudad normal, con una familia normal. Bueno, quizá su hijo mayor no lo fuera tanto.
Mi padre (aunque ahora, y precisamente por lo que voy a contaros, dudo de ello), recibió la semana pasada una curiosa sorpresa que rompía con todos aquellos esquemas sobre los que había logrado levantar esta vida feliz y aparentemente estándar de la que hablamos. Mi padre es, en realidad, una mujer.
O al menos eso es lo que figura en su DNI, bien debido a un simple error administrativo, o bien como causa de un fenómeno natural que yo, e incluso muy probablemente también él mismo, desconocíamos hasta la fecha. Fue hace pocos días, al ir a renovar ese documento que nos acredita como ciudadanos de un país quizá excesiva (e inútilmente) burocratizado, cuando las pegas y los inconvenientes empezaron a crecer.
Lo que parecía a primera vista una anécdota más propia de una comedia de ficción, acabó por convertirse en un verdadero dolor de cabeza, una lucha absurda para cambiar el sexo de una persona que no era más que una víctima de un fallo funcionarial. Papeleos, envío de documentación a Madrid, idas y venidas a la oficina de policía, más papeleos. Y finalmente, la desesperación.
Quizá por ello mi padre decidió tomar la decisión atrevida pero firme que por fin tomó. Ahora yo, un chico que supera por poco la veintena, edad por otra parte vulnerable a todo tipo de perversiones y malversaciones, me enfrento a una realidad nada fácil de asumir. He pasado de vivir en una familia que yo creía normal, a tener dos madres. Porque la palabra normal no siempre debe significar lo que los cánones y las convenciones sociales se empeñan en que signifique. Porque él, o ella, o lo que quiera que sea, harto de tantas trabas oficiales por determinar una identidad que, en el fondo, ¿qué más dará?, prefirió quedarse tal y como estaba, como realmente es, o como los papeles dicen que es.
Sin embargo, cuando anoche lo/la descubrí mirándose en el espejo del cuarto de baño, me pareció verle guiñar un ojo mientras decía tampoco está tan mal. Y una fina línea de carmín contorneaba sus labios.

Acerca de pauborreda

Periodista y fotógrafo
Esta entrada fue publicada en Blog, Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

3 respuestas a Cambio de sexo

  1. Anonymous dijo:

    Siempre me ha parecido tu padre una persona atractiva… ahora entiendo por qué!!

  2. Anonymous dijo:

    Independiente del sexo, en este caso sexo funcionarial civil, tu padre es una persona normal. Yo diría que una buena persona normal. Pués que se quede como está. Obviaremos que oficialmente es una mujer, pasaremos de ese pequeño, nimio, detalle. Ahora, como anécdota para contar a los nietos es cojonuda. Abrazos. Ramón Barreiro.

  3. Anonymous dijo:

    A mi ya me lo ha parecido,pues siempre he visto la buena pareja que hace con mi marido y en el D.N.I. del mio no lo pone. Ahora que sé que se pinta los labios por las noches, los vigilaré cuando nos vayamos de vacaciones.

¿Te ha gustado? ¡Comenta y comparte!

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s