Superioridad numérica

Fue un día atípico, como tenía que ser. Me desperté tarde y cansado. Salí a pasear por el centro de la ciudad. De camino, y dando un pequeño rodeo, pasé por la facultad. Un gran grupo de estudiantes se manifestaban con pancartas, cánticos y silbatos. En el centro el panorama no era muy diferente. Piquetes informativos y grupos de sindicalistas merodeaban por las puertas de los grandes comercios. Frente a ellos, y como si de un western se tratara, los policías esperaban impasibles, con gesto amenazante y la impresión de estar deseando el mínimo altercado para poder sacar a pasear la vara de la autoridad.

Y así fue. Después de cortar la calle Colón y diluidas las primeras tensiones, los sindicalistas se dirigieron a la Delegación del Gobierno, donde se hicieron notar con mayor énfasis. Sus gritos y protestas no pasaron desapercibidos, y pronto estalló el conflicto. La policía por fin sacó a relucir una violencia seguramente desmesurada. Por suerte, aquí no hubo un sector de exaltados que descargaron su furia contra escaparates y mobiliario urbano. El hambre pesaba demasiado, y pasado el mediodía, se aparcaron las protestas. Urgía coger fueras renovadas para las manifestaciones de la tarde.

De regreso a casa, aún por el centro se oían comentarios de mujeres que salían de El Corte Inglés, casi blindadas por una nube de policías. “Sí, han cortado la calle, pero eran cuatro gatos”. Y quizá lo fueran, pero ningún otro juicio cabría esperar de alguien que, en un día de huelga general, acude a hacer sus compras, dudosamente sin intención alguna.

El caso es que la cosa fue a menos durante las últimas horas de la mañana y las primeras de la tarde. Los comercios seguían abiertos (algunos de manera intermitente), las calzadas poco concurridas, y las estaciones de transportes públicos casi desiertas. Pero avanzada la tarde tendrían lugar un par de acontecimientos que cambiarían el discurrir del día.

Por una parte, San Agustín acogía la manifestación sindical. Por otra, y casi a la misma hora, Mestalla hacía lo propio con el partido entre el Valencia y el Manchester United. El centro de la ciudad estaba repleto de manifestantes que, ataviados de camisetas y pancartas rojas del sindicato, protestaban contra la reforma laboral del gobierno. Pero también había una gran masa de gente (de estómagos prominentes) que, al igual que aquellos, vestían camisetas rojas y circulaban por las principales calles de la ciudad. Pero éstos nada tenían que ver con la huelga (muy probablemente desconocieran de qué iba el asunto). Simplemente eran aficionados ingleses que habían venido a ver jugar a su equipo.

De forma irónica, unos y otros conformaban una amplia mancha roja que inundaba la ciudad. Desde la distancia, donde resultaba imposible distinguir quién era un trabajador enfurecido y quién un futbolero eufórico, parecía que todos estaban allí por lo mismo. En cualquier caso, y como bien sugirió Millás en su columna del viernes, poco iba a importar cuántos fueran de un bando y cuántos de otro. Al fin y al cabo eran sólo números. Números de manifestantes, números de hinchas ingleses. Una correlación de gente anónima. Un cúmulo de camisetas, fuera cual fuera el nombre del sindicato o club de fútbol que en ellas figurara.

Sin duda fue una situación cómica el hecho de ver a gente tan distinta, pero a la vez tan unida por la mera casualidad. El Manchester vino e hizo los deberes. No sólo ganó en el terreno de juego, sino que también contribuyó a que la movilización obrera venciera la siempre importante (pero nimia) batalla de cifras.

Acerca de pauborreda

Periodista y fotógrafo
Esta entrada fue publicada en Blog, Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Superioridad numérica

  1. Anonymous dijo:

    Una pena que una reivindicación justa, y necesaria, para y por los trabajadores se desarrolle ante la indiferencia de los ciudadanos, también sujetos pasivos de esa misma reivindicación…..Una pena que una reivindicación justa, y necesaria, para y por los trabajadores y ciudadanos tenga que recurrir a la violencia o la coacción para hacerse realidad…..Bendito futbol que aúna voluntades y masas incluso sin querer y sin saber porqué……Casualidades de la vida. Un abrazo. Ramón Barreiro.

¿Te ha gustado? ¡Comenta y comparte!

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s