Porque una imagen vale más que mil palabras. Y nadie mejor que los medios de comunicación saben de la importancia de esta máxima.
Ayer acabaron los San Fermines de 2009. Se saldaron con un muerto y otros tantos heridos. Pero más allá de la muerte de Daniel Gimeno, recordaré tristemente estos San Fermines por el particular tratamiento mediático que se les ha dado.
Creo no haberme levantado ni una sola vez este año para ver los encierros en directo. Pero tampoco ha sido necesario. Al mediodía, a la hora de comer, o mientras cenaba, ya se encargaban todos los telediarios de recordarme cuántos habían caído esa mañana.
Poco o nada importaba que no hubieras visto en vivo la muerte de este joven. Youtube y todas las webs de las cadenas de televisión se empeñaban en recoger rápidamente las imágenes y hacerse eco del acontecimiento.
En este sentido, no puedo evitar hacer una mención especial a Cuatro, que incluso hacía alarde de ser la cadena que ofrecía las imágenes de la muerte del joven en rigurosa exclusiva. Gracias, de verdad.
En este sentido, no puedo evitar hacer una mención especial a Cuatro, que incluso hacía alarde de ser la cadena que ofrecía las imágenes de la muerte del joven en rigurosa exclusiva. Gracias, de verdad.
Pero, pensándolo fríamente, ¿no es el espectador quien demanda este tipo de contenidos audiovisuales? Sinceramente, si el encierro en cuestión consistiera en que salen los toros, corren únicamente los que saben correr (como así lo pide cada vez más gente) y llegan a la plaza sin que pase absolutamente nada, ni un tropiezo, ni un mínimo rasguño… si así fuera, ¿alguien cree que la gente se levantaría por la mañana para ver como lo televisan? O, más aún… ¿alguien cree que lo televisarían?
Quizá el problema no está en que corra gente borracha, descalza o desnuda. Quizá el problema está en que muchos (los primeros, los medios de comunicación) quieren que sea este tipo de gente la que corra el encierro. Porque lo que realmente importa es ver qué pasa cuando llegan a la curva peligrosa. O ver qué pasa cuando se tropieza el primero. O ver qué pasa cuando un toro da media vuelta y mira desafiante a la decena de guiris que tiene a sus espaldas…
Somos pues nosotros, los espectadores; y son los medios los que demandan que esto pase. Queremos sangre. Porque, amigos, ahí está el negocio.
pero esta no fue la cornada que lo mató verdad?
pobre hombre doy animos a su família para seguir adelante