Esta mañana me he despertado con un regalito llamando a la puerta de forma incesante. No eran los reyes magos, que se habían despistado en el calendario. Ni tampoco unos de esos grupitos de jóvenes con muy buen ver que venden religiones por las aceras. No era la última promoción de Carrefour, ni Nuria Roca con ganas de hacerme una reforma ideal y dejarme la casa como si del más lujoso hotel se tratara (¡lástima!). Ni siquiera era la vecina de abajo en busca de azúcar. Era el señor cartero, y traía un sobre certificado con un sello del Ayuntamiento.
Pese a que no iba a mi nombre, sino al de mi padre, me he tomado la libertad de echarle un ojo. Y al hacerlo, lo que me temía. Una multa de tráfico, que no ha podido evitar robarme una risita cruel. Pero he seguido leyendo. Muy ordenado, y de manera explícita se especificaba el día (16 de diciembre), el motivo (estacionamiento en un carril destinado al uso de transporte público urbano) y el importe a pagar (150 euros, que pueden quedarse en tan sólo 105 si lo abonas antes de una determinada fecha… qué generosos). Además, una nota explicativa añadía: No se pudo notificar la denuncia en el acto, al efectuarse la denuncia mediante captación de imágenes. ¡Dichosas nuevas tecnologías!
A propósito, tal día de diciembre resultaba ser un día de lluvia, en que mi hermana llamó al taxista de mi padre pidiéndole ayuda para que fuera a por ella a la salida del instituto. Casualidad o no, ese carril bus, como la inmensa mayoría de la ciudad, suele estar abarrotado de coches. Así que imagino, y espero, que en la misma fotografía recaudaran una buena cifra, porque mi padre no era el único pardillo que hacía un mal uso de la vía pública en ese momento.
En cualquier caso, al leer esta vil notificación, a uno se le vienen tantas cosas a la cabeza… En días como hoy recuerdo las tardes de domingos en que basta con asomarse a la ventana para observar el centenar de coches que inundan las aceras, parques y pasos de cebra de los alrededores de Mestalla. Pero si El Guaje marca gol, parece que todo vale. Recuerdo también las continuas amenazas y llamadas de atención a los ciclistas que circulan sin casco por la calle Colón. O los lujosos coches que estacionan literalmente en la puerta, invadiendo la calzada y la parada de autobús, de la lujosa cervecería La Principal, a la que acuden personalidades muy ilustres de nuestra trajeada política. Y, por supuesto, tampoco olvido (¿cómo iba a hacerlo…?) la veintena de todoterrenos que día tras día, a eso de las cinco de la tarde, hacen cola a las puertas del Guadalaviar, inutilizando gran parte del carril bus de la avenida de Aragón. Que, por cierto, cuán útil es tener un 4×4 para circular por la ciudad. Claro, el día menos pensado nieva en Valencia o, mejor aún, los acantilados se apoderan de los barrios marineros (aunque, pensándolo bien, poco les falta).
La cuestión es que, por pardillo o por honesto, mi padre pagará la multa. Y lo hará convencido de que con ello contribuirá al bien de la ciudad, al bien de todos aquellos que en un par de meses quieran ir a ver cómo gana Nadal en el Ágora, o lo bien que pilota Fernando Alonso en el circuito urbano. Con todo, cabe pensar que quizá la mejor solución sea cambiar el Citroën por un BMW, o el Ramón Lllul por un Guadalaviar. Pero, en lugar de ello, lo que haremos será callar y esperar, como hemos hecho siempre. Esperar que las autoridades y los agentes a su servicio se acuerden, como yo, de todas las infracciones que también se cometen diariamente en esta ciudad. Y que nosotros, por la cuenta que nos trae, nos acordemos de cosas como ésta a la hora de visitar las urnas. Porque al final, siempre acaban pagando justos por pecadores. Y los justos suelen ser siempre los mismos.
Xapó!
No podías haberlo dicho mejor!
Ahora mismo no sabrás quien soy pero he visto tu blog y sinceramente, es uno de los mejores que he visto. Me encanta como escribes y como transmites todo lo que quieres decir. Una pasada.
Iep Pau, bona entrada i bon bloc en general! Està clar el que passa ací, que a estos del govern (ho sent però no puc referir-me als individus que governen a la cheneralitat i a l'achuntament de Vlc i de molts altres pobles del País Valencià, com el meu, d'altra manera) els vota molta gent, mentre ells governen només per a uns pocs…